25 enero 2017

Plaza de Colón

  A ¿nuestro? más insigne descubridor le honramos con una plaza en la que, una vez más, el cemento es el protagonista, pero esta vez, con más cachondeo aún, añadimos a la plaza un lugar denominado los Jardines del Descubrimiento y la verdad es que hay que echarle imaginación, por no decir otra cosa, para llamar Jardín al espacio que quedaría a la derecha de la fotografía y que no sale en ella por vergüenza. Vayan ustedes allí y “descubran” lo que para los madrileños es un jardín, una auténtica pena.

  La Plaza de Colón, un lugar que debería de ser “cruce de caminos y crisol de razas”, jaja, se convierte diariamente en tremendo atasco, propiciado por las confluencias y salidas de las calles Génova, Goya, Serrano y Jorge Juan, y los paseos de Recoletos y La Castellana, por lo que pasear por allí no es nada aconsejable, a no ser que se dirijan al Centro de Arte Fernando Fernán Gómez, justo debajo de los “bucólicos” Jardines del Descubrimiento. Mejor paseen por los bulevares de Recoletos, que aunque también se encontraran coches a diestro y siniestro (ya me vale utilizar estos términos) a pocos pasos entre tanto vehículo podrán atisbar la Biblioteca Nacional y a su espalda el Museo Arqueológico, también Nacional, por supuesto, no olviden ustedes que estamos en la Plaza de Colón y de lo nacional hay que hacer bandera, y para que la vean bien, allí hay una bien grande, qué no sé si libre. Y si se fijan con atención, a unos pasos de la plaza también pueden encontrar, entre sombras, una escultura dedicada a Valle-Inclán.   

  Para finalizar y sin entrar en polémicas sobre ¿nuestro? ilustre descubridor y lo que conllevó su descubrimiento, les dejo aquí una frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.

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