29 diciembre 2015

Príncipe Pío

  Lo que significa este espacio podría ser un reflejo de lo que somos hoy en día como sociedad. Antaño era la principal estación de trenes de la ciudad, conocida como Estación del Norte, de donde partían trenes de gran recorrido, espacio de grandes perspectivas y sueños, lugar de encuentro y despedida. Estación que olía a viaje y aventura, hoy es lugar de encuentro y aventura de la línea 6 y 10 del metro de Madrid,  de los trenes de cercanías y de los autobuses que van y vienen a Alcorcón y Móstoles, y para reposar y aderezar tan intensas emociones con destino a tan exóticos lugares, tenemos allí un gran Centro Comercial donde apagar nuestros anhelos de conquista y viaje comprándonos un par de zapatos que luego luciremos en nuestro tren de cercanías destino Fuenlabrada.

  Esta es la mirada reducida de una gran ciudad, vas y vienes y mientras tanto compras, eso sí, sin tampoco ir muy lejos, cuanto más lejos vayas y por más lugares pases más aprendes y conoces, pero eso no es nada bueno.

  Hoy todo se reduce a un origen y a un destino, cuanto más rápido mejor, esa es la vida actual, la prisa por salir, la prisa por llegar, sin percatarnos ni importarnos del recorrido que realizamos, de una estación de tren a otra, de un aeropuerto a otro, autopistas que no pasan por ningún pueblo o ciudad, vas y vienes y mientras tanto compras, pero ni ves ni sabes.

  Y ya que en Príncipe Pío existen también salas de cine, aportaré un dato ciertamente preocupante, las películas más taquilleras de 2015 son Jurassic World, Star Wars episodio VII y Ocho apellidos catalanes, todas copias, puras y duras, de películas anteriores, sin comentarios.


Nota: dedicado a todos aquellos que a las diez de la noche tenemos que esperar 15 minutos a que pase nuestro tren, metro o autobús y no tenemos un euro que gastar en el Gran Centro Comercial.

23 diciembre 2015

Plaza de Castilla

  Realmente no quiero hablar de la Plaza de Castilla, final del Paseo de la Castellana y salida norte de Madrid, tampoco quiero hablar del arquitecto que construyó un palitroque (obelisco creo que es la palabra correcta) dorado que no aparece  en la fotografía por dar hasta vergüenza, ni del coste que supuso para los madrileños, y mucho menos voy a opinar de su estética, pero como dato, decir que los juzgados de instrucción nº1 están en esta misma plaza y donde perfectamente podían haber acabado arquitecto, palitroque  e impulsores de tal proyecto.
  
  De lo que realmente quiero hablar es del destrozo que provocó, no sólo en Madrid, sino en España entera también, una entidad ubicada en esta plaza de la cual no diré el nombre porque es totalmente innecesario y bien visible está.

  El destrozo que provocó esta institución me recuerda a una película cuyo título no sé muy bien cuál es, en la que cuatro tipos estaban comiendo en un restaurante tomándose un centollo cada uno, caviar, dos docenas de ostras y otra de langostinos de Vinaròs para compartir, después arroz con bogavante de unos dos kilos, todo ello regado con varias botellas de champagne Krug en la comida y otras tantas de whisky Ardbeg para después del café. Terminada la comida se fueron sin pagar, no sin antes robar a todos los que estaban allí y la recaudación del restaurante. Cuando llegó la policía y el juez, tomaron una decisión sorprendente, decidieron que  la comida de estos cuatro y lo que habían robado al restaurante, debían pagarlo todos los que se encontraban comiendo allí. Días más tarde se supo que los cuatro delincuentes eran los dueños del restaurante, pero como ya se había dictado sentencia no pasó nada, es más, al correrse la voz de lo que allí había ocurrido, los dueños de otros cuantos restaurantes utilizaron el mismo sistema con el mismo éxito constatado.

Nota: Ahora que lo pienso bien, no sé si esto pasó realmente en una película o no.

21 diciembre 2015

Plaza de España

  Yo creo que debe de haber una confabulación en Madrid, para que las grandes plazas no sean lugar de confluencia, sino de paso, no sé por qué motivo a alguien no le gusta que los madrileños nos sentemos en una plaza a disfrutar de ella, así que no me extraña que a Don Quijote y a Sancho les hayan puesto en dirección salida de la ciudad en busca de algún sitio acogedor donde sentarse a descansar,  charlar y preparar su lucha contra las hordas azules del mal, hordas que por mucho que se les combata, siempre están aquí dando por ahí.

  Cambiando de tema, un día pasaba por esta plaza cuando un numeroso grupo de turistas se acercó a mí pidiéndome que les hiciera una foto, yo accedí encantado. El grupo lo formaban unas diecisiete o veintidós personas, cuando les dije que posaran para la susodicha foto, uno se quedó junto a mí, yo me quedé extrañado y le dije que se pusiera junto al grupo, pero dijo que no, cuando terminé la foto, se acercó otro integrante del grupo y se puso junto a mí, mientras que el que antes estaba a mi lado se unió a los fotografiados, esto lo hicieron unas cuatro o cinco veces. Cuando estuvieron ya seguros de que yo no me iba a escapar con la cámara, decidieron ponerse todos juntos para fotografiarse junto a la estatua del Quijote y Sancho con el edificio España de fondo, entonces hice un intento de salir corriendo con la cámara, ellos se asustaron y corrieron tras de mí, yo me paré y dije que era una broma, después de darme una paliza, entendieron que realmente era una broma. ¡Qué bien se lo habían pasado los jodidos! dejaron sus tarjetas arrojadas sobre mi barriga y dijeron que si algún día iba a Japón que les llamara, yo, tumbado en el suelo, oía sus risas mientras se alejaban.

13 diciembre 2015

Casa de Campo

  La Casa de Campo, el Benidorm dominguero de muchos madrileños, el pulmón castigado de la ciudad. Lugar de encuentro de runners, mountainbikers y jubilados. Lugar de encuentro en busca de amor pagado, de infartos camuflados, antes más que ahora. Lugar pretendido de actividades acuáticas, incluida la pesca de no sé sabe muy bien qué tipo de peces, los entendidos dicen que son carpas, lugar de controversia sobre su lago, que si su origen proviene de un manantial subterráneo, que si no proviene de ahí, al final el romanticismo se pierde y no deja de ser agua estancada. Lugar de visita al Parque de Atracciones, al Zoológico, al Teleférico, con cierto tufo a rancio, aunque seguramente ahora algunos dirán que montarse en él tiene cierto aire vintage.

  He recorrido la Casa de Campo de norte a sur y de este a oeste, la recorría un par de veces por semana con mi perro Willy, al principio él a su bola, detrás de perras, conejos y liebres, cuando las había, yo buscándole y llamándole, después llegamos a un acuerdo,  yo le esperaba en un chiringuito, de los muchos que había en el parque, y él volvía cuando se cansaba. Durante catorce años nos vimos envejecer juntos, los primeros años el tiempo de espera era de cuatro o cinco horas, las que se tiraba corriendo por el campo, luego paulatinamente fue acortando sus andanzas, hasta que el último año se sentaba conmigo en el chiringuito y juntos veíamos la vida pasar, en este lugar tan cerca y tan lejos de Madrid.

07 diciembre 2015

Avenida de Portugal

  Una de las mejores vistas de Madrid es desde la Avenida de Portugal, un lugar de maravilloso paseo en dirección al centro de Madrid, por vistas, sobre todo del Palacio Real, del cual de momento no voy a opinar, y por la facilidad de caminar, menos por el bulevar central, que está diseñado para que transitar por él sea una auténtica gincana. Lo que es un suplicio es ir en dirección contraria, sobre todo cuando el sol asoma, ya que la cuesta que propone esta calle, se hace aún más cuesta, y las vistas dejan bastante que desear, además la gincana central sigue siendo aún más molesta.

  Curioso el nombre de esta avenida, paralela al Paseo de Extremadura y que en un determinado punto se une a este y pierde su nombre, para más tarde perder el nombre los dos y continuar con el de Carretera de Extremadura, imagino que en aras de la defensa patria, era mejor quedarse con el nombre de Extremadura que continuar con el de Portugal, por mucha avenida que fuera.

  En definitiva, de esta avenida lo que realmente merece la pena es la foto, eso sí, el coste de poder hacerla  debe de estar entorno a los y pico mil millones de euros, que es lo que debió costar soterrar la antigua carretera que pasaba por su superficie, total para que paseáramos por allí cuatro o cinco despistados, me figuro que los vecinos sí que lo habrán agradecido, aunque pasear por allí no se les ve mucho.

02 diciembre 2015

Plaza de Santa Ana

  Podría haber elegido unas cuantas imágenes, seguramente mejores que esta, para hacer un relato de esta plaza. Podría haber escogido la fachada del Teatro Español, o la del hotel Reina Victoria, también haber fotografiado las estatuas de Calderón o Lorca, incluso fotografiar uno de los laterales de la plaza que está a rebosar de cervecerías, algunas con infinidad de años en sus barriles. Pero he elegido esta foto, para contar una historia que me ocurrió ahí hace algún tiempo.

  Una noche, al salir del teatro, después de haber asistido a la representación de la obra de Lorca, La casa de Bernarda Alba, dos tipos chocaron contra mí y caímos los tres al suelo, los dos tipos se levantaron rápidamente y salieron corriendo,  yo me quedé confuso al principio, hasta que una chica se acercó a mí y me ayudó a levantarme, a ella le habían robado el bolso, que ahora estaba junto a mí, los tipos que chocaron conmigo. Estaba nerviosa y agradecida, nerviosa por el trance que había sufrido y agradecida porque pensó que yo intencionadamente había participado en la recuperación del bolso.

  La chica era una maravilla, no sé si aturdido por el golpe o por la situación, su cara y su cuerpo me parecieron una preciosidad. Ella vivía en el edificio que sobresale en la fotografía y me invitó a acompañarla a casa para tomar algo y reponernos del susto, cuando subíamos en el ascensor, de reducidas dimensiones, sentía todo mi cuerpo en tensión, la miraba y en mi cabeza aparecían mil imágenes a cuál más pasional. Cuando entramos en su casa, me dijo que me sentara y me pusiera cómodo, ella iba a preparar un café y a cambiarse de ropa, mis latidos y mi imaginación estaban totalmente desbordados en ese momento, pero cuando la vi regresar,  mi cabeza y mi libido estallaron en mil pedazos. Se presentó ante mí, con un pijama de franela, una bandeja con dos cafés, un pequeño cazo con leche, unas pastas, un vaso con hielo, una botella de whisky y 50 euros debajo del vaso con hielo. Yo miré lo que traía, la miré a ella, que por cierto, con pijama y todo seguía siendo una preciosidad, y no daba crédito a lo que estaba sucediendo, volví a mirar una y otra vez toda aquella escena y al final decidí levantarme y marcharme.

  Ya en la calle, me senté en una de las terrazas que pueblan la plaza mirando al edificio del que acababa de salir, me pedí un whisky, esta vez sin hielo y pensé en lo que acababa de suceder, pensaba que tal vez me había precipitado, que mi impaciencia y mi mente me habían traicionado, tal vez si me hubiera tomado el café y el whisky, después todas mis fantasías se hubieran hecho realidad, pero lo de los 50 euros me pareció un tanto absurdo, aunque tal vez debería de haberlos cogido y haber empezado una nueva profesión. Ni siquiera sabía su nombre, ella tampoco el mío, era todo un mar de dudas, dudaba en volver a subir a su casa y pedirle disculpas por haberme marchado así, dudaba, porque tal vez huí por miedo a que mi imaginación tuviera razón, dudaba, hasta de que los tipos que ahora estaban mirándome fijamente de pie frente a mí, eran los mismos que hacía un rato chocaron contra mí, dude tanto, que ahora estaban sentados en mi mesa, tomándose mi whisky, quitándome mi cartera y volviendo a correr.

  Después de toda esta historia, sigo yendo a esa plaza, me gusta, aunque ahora con 50 euros sólo te da para un par de sentadas. A ellos les veo de vez cuando, ya no me quitan nada, pero se parten de risa cada vez que me ven, a ella no he vuelto a verla, y me hubiera gustado.