23 diciembre 2015

Plaza de Castilla

  Realmente no quiero hablar de la Plaza de Castilla, final del Paseo de la Castellana y salida norte de Madrid, tampoco quiero hablar del arquitecto que construyó un palitroque (obelisco creo que es la palabra correcta) dorado que no aparece  en la fotografía por dar hasta vergüenza, ni del coste que supuso para los madrileños, y mucho menos voy a opinar de su estética, pero como dato, decir que los juzgados de instrucción nº1 están en esta misma plaza y donde perfectamente podían haber acabado arquitecto, palitroque  e impulsores de tal proyecto.
  
  De lo que realmente quiero hablar es del destrozo que provocó, no sólo en Madrid, sino en España entera también, una entidad ubicada en esta plaza de la cual no diré el nombre porque es totalmente innecesario y bien visible está.

  El destrozo que provocó esta institución me recuerda a una película cuyo título no sé muy bien cuál es, en la que cuatro tipos estaban comiendo en un restaurante tomándose un centollo cada uno, caviar, dos docenas de ostras y otra de langostinos de Vinaròs para compartir, después arroz con bogavante de unos dos kilos, todo ello regado con varias botellas de champagne Krug en la comida y otras tantas de whisky Ardbeg para después del café. Terminada la comida se fueron sin pagar, no sin antes robar a todos los que estaban allí y la recaudación del restaurante. Cuando llegó la policía y el juez, tomaron una decisión sorprendente, decidieron que  la comida de estos cuatro y lo que habían robado al restaurante, debían pagarlo todos los que se encontraban comiendo allí. Días más tarde se supo que los cuatro delincuentes eran los dueños del restaurante, pero como ya se había dictado sentencia no pasó nada, es más, al correrse la voz de lo que allí había ocurrido, los dueños de otros cuantos restaurantes utilizaron el mismo sistema con el mismo éxito constatado.

Nota: Ahora que lo pienso bien, no sé si esto pasó realmente en una película o no.

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