13 febrero 2016

Plaza de la Cruz Verde

  Está plaza se encuentra situada al lado de la calle Segovia. No se me ha ocurrido otra foto mejor que esta, para ilustrar el texto sobre esta plaza, espero que este árbol de hojas intensamente verdes, y que debido a mis nulos conocimientos de botánica no sabría decir ni nombre ni género al que pertenece, haga olvidar el significado sangriento que tenía antiguamente una cruz pintada de verde incrustada en medio de una plaza.

  Obviando el nombre, este es otro bonito espacio dentro del Madrid de los Austrias, y punto de partida o destino final, de un bello paseo por las calles que desembocan en esta plaza, si puede ser de noche mejor, y si ya han cerrado todas las terrazas de los bares que pueblan los aledaños de la plaza, entonces es perfecto, eso sí, procuren ir lo más sereno posible, ya que con alguna que otra copa de más mantener el equilibrio y el buen sentido, por sus callejuelas empedradas con sus constantes tramos de escaleras y desniveles camuflados, es tarea harto complicada, prueba de ello fue la triste situación de una noche de invierno, camino de la madrugada, que acabó como el deseo nunca hubiera querido.

  Suelo mojado casi helado, después de una noche de mucho alcohol y sexo en espera, paseábamos por ese entorno casi de otro tiempo, mi amor de entonces Inés y yo, y en una de esas empedradas calles, yo tropecé y caí de bruces contra el suelo y la realidad, Inés siguió andando y hablando como si nada hubiera pasado, al cabo de un rato se dio cuenta de que yo ya no estaba a su lado, y al mirar atrás no pudo verme, ya que esas calles están repletas de revueltas, engaños y esquinas, que poco iluminadas y con exceso de alcohol en la sangre, hacen que se estrechen y se te echen encima intentando devorarte, engulléndote entre sus portales y balcones. Inés, desesperada, gritaba mi nombre y yo, al incorporarme, con igual desesperación el suyo, el eco, en el espacio cerrado y en el silencio de esa fría noche, hacia que los nombres resonaran por diversas direcciones, haciendo difícil elegir la dirección correcta. Después de varios intentos de encuentro y más de una bronca por parte de los vecinos, nuestros nombres callaron, nuestra búsqueda de encuentro terminó, a la par que el descansó de los vecinos comenzó y nuestros pasos separados, se dirigieron a la búsqueda de otro encuentro que la noche, casi día, nos deparara. 

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