Está plaza se encuentra situada al lado de la calle Segovia.
No se me ha ocurrido otra foto mejor que esta, para ilustrar el texto sobre
esta plaza, espero que este árbol de hojas intensamente verdes, y que debido a
mis nulos conocimientos de botánica no sabría decir ni nombre ni género al que
pertenece, haga olvidar el significado sangriento que tenía antiguamente una
cruz pintada de verde incrustada en medio de una plaza.
Obviando el nombre, este es otro bonito espacio dentro del
Madrid de los Austrias, y punto de partida o destino final, de un bello paseo
por las calles que desembocan en esta plaza, si puede ser de noche mejor, y si
ya han cerrado todas las terrazas de los bares que pueblan los aledaños de la
plaza, entonces es perfecto, eso sí, procuren ir lo más sereno posible, ya que
con alguna que otra copa de más mantener el equilibrio y el buen sentido, por sus callejuelas
empedradas con sus constantes tramos de escaleras y desniveles camuflados, es
tarea harto complicada, prueba de ello fue la triste situación de una noche de invierno, camino de la madrugada, que acabó como el deseo nunca hubiera querido.
Suelo
mojado casi helado, después de una noche de mucho alcohol y sexo en espera, paseábamos
por ese entorno casi de otro tiempo, mi amor de entonces Inés y yo, y en una de esas
empedradas calles, yo tropecé y caí de bruces contra el suelo y la realidad, Inés siguió andando y hablando como si nada hubiera pasado, al cabo de un rato se dio
cuenta de que yo ya no estaba a su lado, y al mirar atrás no pudo verme, ya
que esas calles están repletas de revueltas, engaños y esquinas, que poco
iluminadas y con exceso de alcohol en la sangre, hacen que se estrechen y se te
echen encima intentando devorarte, engulléndote entre sus portales y balcones. Inés, desesperada, gritaba mi nombre y yo, al incorporarme, con igual desesperación el suyo, el eco, en el espacio
cerrado y en el silencio de esa fría noche, hacia que los nombres resonaran por
diversas direcciones, haciendo difícil elegir la dirección correcta. Después de
varios intentos de encuentro y más de una bronca por parte de los vecinos,
nuestros nombres callaron, nuestra búsqueda de encuentro terminó, a la par que
el descansó de los vecinos comenzó y nuestros pasos separados, se dirigieron a
la búsqueda de otro encuentro que la noche, casi día, nos deparara.
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