Y diréis que pinta un hospital en un blog sobre Madrid,
bueno pues porque también es parte de esta ciudad y una parte importante,
además de ocupar un gran espacio físico dentro de la misma, no sólo este
hospital, si no los cinco o seis grandes hospitales diseminados por Madrid
capital. No tengo el dato, pero estoy seguro que por aquí se mueve más gente a
diario que por cualquier otro recinto cerrado de la ciudad.
¿Y por qué he elegido esta foto? Evidentemente porque
tampoco era plan sacar una foto misma del hospital y esta es una vista de lo
que se puede ver desde un ala de El Clínico, como se lo conoce popularmente. Lo
que se ve en la foto es el abominable Faro de Madrid y el Museo de América,
pero no quiero hablar de esto, quiero hablar del hospital y de parte de la
gente que se mueve por él.
Este hospital es la institución sanitaria más antigua de
Madrid, pero tampoco voy a extenderme más en el tema, ni en el de su antigua
ubicación, ahora un afamado centro de arte y ni mucho menos voy a comentar que
en la época que España estaba dominaba por un perverso dictador bajito, de mala
leche y con bigote, no, no es Aznar, era otro bastante más malo y más calvo, a
lo que iba y de lo que tampoco iba extenderme mucho, es que este hospital, ahora
público en su totalidad, salvo cuando algún trampachano se rompe la cadera y tienen que hacer alguna excepción, estaba
dividido en dos secciones, una de uso privado y otra de uso público, con dos
entradas bien diferenciadas. La entrada privada, hoy se denomina entrada A,
está dotada de una grandilocuencia y frialdad que dan miedo, es propia de la
época en que se construyó, que debió ser a finales de los años sesenta, y creo que la han debido retocar lo justo,
debe de ser para que aún conserve ese tufo a rancio propio de tiempos pasados,
que ni de coña fueron mejores. Las otras entradas, las de uso público de antaño,
no merecen mucha mención, pero recordar, que ahora se puede entrar a este
hospital por donde se quiera y mejor se sepa, y si es posible, mejor que no sea
por urgencias.
Después de toda esta parafernalia voy a hablar de lo que
realmente quería al hacer este post, que es, ni más ni menos, hablar de la gran
solidaridad y valor que poseen las personas mayores cuando se desenvuelven
sobre todo en ámbitos de este tipo, sean pacientes o visitantes. Cuando estás
ingresado, son los primeros en irte a ver, y aunque estés a punto de palmarla,
ellos siempre han estado peor que tú y te consuelan diciendo que no te
preocupes, que eso no es nada y se pasará. Si tienes que tomar siete pastillas
diarias, ellos se toman catorce como si cualquier cosa y te dan consejo sobre
cómo gestionar la ingesta diaria de pastillas sin que se te pase ninguna y
llevar la administración de las mismas. Si los ingresados son ellos, cuando vas
e verlos, lo primero que haces tú es excusarte por lo ocupado que estás, pones
cara de póker, con mala jugada, e
intentas irte lo antes posible, ellos, en su cama, te reciben con gran alegría
por haberte acordado de ir a visitarles, y haberte acordado de que incluso algún día hasta te
dieron de mamar, además, te animan para
que te vayas pronto, porque claro, estás tremendamente ocupado.
En las salas de espera siempre te dan conversación y te
aleccionan sobre el doctor o doctora que te va a tratar, cuando llega tu turno
ya conoces perfectamente el diagnostico que te harán, también, por supuesto,
estás totalmente informado del expediente clínico de tu compañera de asiento,
digo compañera, porque suelen ser ellas las que dominan estos aspectos, ellos suelen ser más discretos, se limitan a
dedicarte un “yo estoy muy mal”, que no da mucha información pero acojona
bastante.
Otro punto que tienen a su favor, es que conocen de manera exacta cómo llegar hasta el hospital desde cualquier punto de la
geografía madrileña, nunca se pierden y siempre están a la hora señalada en su
consulta, incluso antes, por si tienen que aleccionar a los novatos sobre
cualquier tema relacionado con los vericuetos de un gran hospital como este,
del que por motivos naturales, son los más asiduos visitantes.
Si algún día, por cualquier motivo, tenéis que circular por
este hospital, o cualquier otro, acordaros de que ellos siempre saben y han
vivido más que nosotros, hacerles caso, y otra cosa, que cada uno ponga la línea roja (ahora tan de moda)
de quién es mayor y quién no lo es.
Nota:
Dedicado a todas las personas mayores que habitan en Madrid, bueno… también a
las que habitan en cualquier lugar del mundo.
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