Yo creo que debe de haber una confabulación en Madrid, para
que las grandes plazas no sean lugar de confluencia, sino de paso, no sé por qué
motivo a alguien no le gusta que los madrileños nos sentemos en una plaza a
disfrutar de ella, así que no me extraña que a Don Quijote y a Sancho les hayan
puesto en dirección salida de la ciudad en busca de algún sitio acogedor donde
sentarse a descansar, charlar y preparar
su lucha contra las hordas azules del mal, hordas que por mucho que se les
combata, siempre están aquí dando por ahí.
Cambiando de tema, un día
pasaba por esta plaza cuando un numeroso grupo de turistas se acercó a mí
pidiéndome que les hiciera una foto, yo accedí encantado. El grupo lo formaban
unas diecisiete o veintidós personas, cuando les dije que posaran para la susodicha
foto, uno se quedó junto a mí, yo me quedé extrañado y le dije que se pusiera
junto al grupo, pero dijo que no, cuando terminé la foto, se acercó otro
integrante del grupo y se puso junto a mí, mientras que el que antes estaba a
mi lado se unió a los fotografiados, esto lo hicieron unas cuatro o cinco veces.
Cuando estuvieron ya seguros de que yo no me iba a escapar con la cámara,
decidieron ponerse todos juntos para fotografiarse junto a la estatua del
Quijote y Sancho con el edificio España de fondo, entonces hice un intento de salir
corriendo con la cámara, ellos se asustaron y corrieron tras de mí, yo me paré
y dije que era una broma, después de darme una paliza, entendieron que
realmente era una broma. ¡Qué bien se lo habían pasado los jodidos! dejaron sus
tarjetas arrojadas sobre mi barriga y dijeron que si algún día iba a Japón que
les llamara, yo, tumbado en el suelo, oía sus risas mientras se alejaban.
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